jueves, 6 de mayo de 2010

TESTIMONIOS: 2 / Rosa Castañeda Gamarra


Rosa Castañeda Gamarra(*)


EVOCACIÓN

Evocar la vida del Colegio, es traer recuerdos conjuntos de la familia y el espacio que compartimos. Ahora, en los 50 años de vida institucional vamos a celebrar a través del encuentro las memorias y las experiencias que la vida de colegial nos deparó y seguramente habrá más de una historia en común. Celebro los nítidos recuerdos de mis diarias caminatas desde mi natal pequeña casita con techo de paja en Lípoc hasta el Colegio de San Miguel, cuando aún el horario escolar cubría todo el día. Si mi madre estaba cansada debíamos regresar para el almuerzo a las 12 del medio día y luego estar a las 2 de la tarde en el colegio. Aún siento aquel dolorcito en el bazo que es provocado por correr con el estómago lleno, ya que debíamos llegar antes que suene la campana. Otros colegiales de la zona rural llevaban su fiambre y tenían su posada donde además de comer debían cambiarse de zapatos y de uniforme. Será que en aquellos tiempos las horas eran más largas?, o había una mística que nos encendía de entusiasmo y fortaleza, porque nos quedaba tiempo suficiente para jugar en los caminos “la pega”, el “trompo”, las “piscas”; recoger flores silvestres y disfrutar del aroma de los montes y los bosques que ahora ya no existen.

De mi querido colegio recuerdo la casita de adobe de en frente donde mi padre como guardián tenía el privilegio de entrar. Allí, sobre una parva de paja, de vez en cuando disfrutamos de los almuerzos más exquisitos que guarda mi memoria: los ollucos aderezados, acompañados de su arrocito salpicado con arvejitas verdes y frescas, a veces con su huevo frito adornado con un “ahogado” de ají panca, y muy rara vez con su cecina shilpida de chancho. De vez en cuando una gaseosa “concordia” que fluía exquisita por el huequito hecho con un clavo cualquiera, en aquellos tiempos cuando los microbios eran nuestros hermanos y no estábamos contaminados por esta concepción moderna y consumista sobre la salud.

De los personajes del colegio, me marcó la ternura incomparable de don Jesusito Saravia con sus inolvidables parodias de corrida de toros donde fungía como torero, frente a la picardía de don Fortunato Rojas que hacía de toro rascando el suelo levantando polvareda. No he vuelto a ver esos entretenimientos tan tiernos en los adultos. Don Carlos Sánchez y la señora Nieves Ramírez, vigilantes de la disciplina, tremenda responsabilidad, se reflejaban nuestras miradas traviesas en sus ojos verdes. Don Osquitar Alvitez, responsable de la Secretaría, apacible y sereno. El Dr. Hugo Montenegro, su caminar erguido y sus infaltables reglas de madera; cuando entraba en el salón nos invadía el pánico. La bondad del profesor Félix Cabrera que nos conectó con el pasado a través de la historia, adorable persona y padre ejemplar. Las Srtas. Teresa y Lola preocupadas en mejorar nuestro lenguaje, quiénes con valentía supieron comprender y soportar las picardías de sus alumnos.

De mis compañer@s, cómo olvidar esas interminables horas de risas y carcajadas por los eventos más simples, las pícaras intervenciones de la popular Norita Quiroz, las payasadas de los hermanos Barboza, el ingenio y creatividad del solitario José Carlos Padilla. Quisiera nombrar a cada un@ de los compañeros, pero el espacio y la memoria no lo permiten. Tod@s están muy presentes en mi recuerdo, aún me calientan la tibieza de los abrazos y la amistad de Chabuca, Flor Cueva, Consuelo Vigo, Marina Quispe, así como los recuerdos de los amores platónicos de aquella época.

También voy a cumplir 50 años de vida, 50 años de gratitud por todas las experiencias difíciles y agradables que he vivido. Me inspiraron: la vida sacrificada y el amor infinito de mi abuela “Jacobita”, el sufrimiento de mi madre con su fertilidad compulsiva, nada diferente al de muchas otras mujeres en espacios similares, la indolencia de muchos hombres, exceptuando algunos como mi padre “Mañuquito” a quien trato de imitar. La deforestación de los cerros, la ausencia de los chachacomos, tresojas, mogo mogos, paucos, capulíes, saucecillos, robles, lucmos, naranjillos, saucos,… y tantos otros hermanos árboles, bajo cuya sombra y protección se multiplicaban diversidad de animales entre ellos los conejos silvestres, el hermoso venado blanquirojo de los bosques de Santa Rosa, las infinitas bandadas de palomas y loros y el extinguido “buitre” cuya carne sanaba a los tísicos de aquella época. Los infinitos días de lluvia y neblina espesa que te impedía reconocer alguien a un metro de distancia, las fuentes de agua que fluían de todas partes fecundando la tierra y alimentando el caudal del bullicioso río Puclush….

Vivo con estos recuerdos, los que a la vez se constituyen en motivo y fuerza para mi quehacer cotidiano. Con la ayuda de la energía creadora universal, de las diosas y dioses he llegado a conocer muchos lugares de aquí y del más allá hasta el otro hemisferio, los que han nutrido mi valoración y cariño a mi propia historia y experiencia de vida. Razón por la que escogí este camino que transito con amor cada día, acompañando a otras mujeres y hombres por una maternidad/paternidad voluntaria y responsable, por una convivencia honesta, austera y armoniosa, no solo entre seres humanos, sino también con la diversidad de vidas animal y vegetal, porque todos somos hilos de este gran telar que es la Madre tierra. Todos estamos interconectados y dependemos uno del otro. Al final todos volvemos a nuestros orígenes porque así es el espiral eterno de la vida; si no cuidamos el bienestar de la Madre Tierra, ninguna especie podrá sobrevivir.

Gracias Colegio porque tú eres parte de esta gran experiencia de aprendizaje.

(*) Promoción 1977.

2 comentarios:

lorena dijo...

Hola Rosita, siento mucha nostalgia y alegria a la vez al leer tu comentario, debió ser agradable vivir es esos tiempos, con una naturaleza agradable, con esos personajes que hicieron grande a nuestro Colegio; yo viví gratos momentos,pues en esa edad todo es hermoso: me encantaba que haya neblina para poder escondernos, la lluvia para mojarnos.
Nuestro colegio no será de una infraestructura moderna, pero esconde dentro de sí sabiduría, amor y ternura para cada uno de nosotros que pasamos por sus aulas.
Tu comentario me agrada. Aplausos.
Lorena Medina

WALTER dijo...

HOLA ESTIMADA: SOY Walter Quiroz Rodas soy promocion del 77 estaba viendo que nuestra promocion esta sin foto!!! si tienes una de recuerdo adjuntala que yo tambien enviare la direccion del colegio: (colegio_sanmiguel@hotmail.com) un gusto escribirte y recibir tu respuesta a travez de este mismo medio.